LA UNIVERSIDAD, DIMITIDA DE SU SER PROPIO

ARGULLOL ACIERTA DE NUEVO
 
 
Llevo mucho tiempo clamando contra la generalizada dimisión del espíritu crítico y de la independencia en la Universidad. Para una supuestamente necesaria adaptación de la Universidad a las exigencias de la modernidad, tópico necio que ignora el papel histórico multisecular de las Universidades y cómo su existencia en tanto que instituciones de libérrima búsqueda de la verdad es, precisamente, no sólo la mejor, sino la específica función de la institución universitaria, unos han empujado desde fuera y otros muchos han cedido desde dentro a la idea, archi-retrógrada si bien se mira, de construir y consolidar una Universidad dimitida de su ser y de su sentido, anodina, acomodada y cobarde. Tecnócrata, mediocre (si de algo carece es de estímulo a la cacareada excelencia) y, por si fuera poco, ineficiente desde todos los puntos de vista.
 
Todavía en los años sesenta del siglo pasado, escuché a Leonardo Polo, un metafísico demasiado desconocido, este diagnóstico (y tomé buena nota literal): "el problema de la Universidad es que ha renunciado a un saber superior que se presenta como arduo". Además de mi anotación, nunca he olvidado aquel diagnóstico porque, de entonces a ahora, he ido viendo (y la cosa sigue al socaire de "Bolonia") que todos los cambios de importancia en las Universidades (salvo las que nacieron ya malformadas) se pueden resumir en una cadena o cascadas de renuncias a cualquier esfuerzo arduo por cultivar y transmitir saberes superiores y, por tanto, arduos.
 
De ahí que me consuele el artículo "La cultura enclaustrada", que el sábado 5 de abril de 2014, publica Rafael Argullol en EL PAÍS. Y, aunque pienso que el título no resulta suficientemente expresivo, recomiendo vivamente su lectura, mediante este enlace:
 
 

2 comentarios:

abogado penal dijo...

Totalmente de acuerdo. No se puede renunciar a algo tan valioso como la educación de calidad. Un saludo y enhorabuena por el blog!

Otro Letrado dijo...

Si. Lo malo es que últimamente parece que ya no es por descuido o falta de aptitud y actitud por los políticos, sino, ya pensando en los votos del mañana.